Algunas observaciones sobre el arte...



No pretendo mostrar alguna suerte de pericia sobre el fenómeno estético. Hablo más desde la fascinación, de un ideal y a la vez desde cierta preocupación porque nuestras nociones comunes del arte se trasladen por la ruta de la banalización. También creo en tener cuidado de tener una perspectiva demasiado “purista”, en donde se erigen parámetros inflexibles, o se imponen paradigmas cuyo único sustento es el gusto personal. Y en realidad, queramos o no, el arte muy a menudo apela o recurre al gusto, al disfrute. Pero ahí no se puede quedar. El arte puede ser muchas cosas.

El arte debe generar asombro, debe generar sorpresa. Tenemos cierta tendencia que pareciera antinatural, por lo estático: somos seres de etiquetas, de parámetros, patrones y cotidianidad. Algo que me deja encantado de la expresión artística es su capacidad de desafiar esas inclinaciones; y no de cualquier manera, sino potente e insospechadamente.

Asombro. Sorpresa.

El arte es para innovar, para crear cosas nuevas, diferentes. Si en algún momento tengo la osadía de hacerme parte de la vida del arte, tengo que estar dispuesto a imaginar, a ver nuevas formas en el papel, en el pentagrama y en el espacio de mi mente. No hay límites.

El arte tiene que abrirle paso a una forma de transgresión, si es que acaso no es transgresión en sí mismo…

El arte es, en los casos más osados, una ruptura con lo convencional, y en los casos más recatados, una exploración novedosa de los espacios comunes.

Dije que no hay límites... aunque en un sentido no creamos desde cero. Partimos de una base epistémologica, sociológica, sicológica, incluso hasta ideológica y tal vez teológica. Pero sí podemos, a partir de todo aquello basal, aportar una expresión realmente propia: pienso en cómo el arte también es encontrar esas maneras nuevas de expresar lo mismo. Bien se podría argumentar que no hay nada nuevo bajo el sol. Y sí, yo entiendo que en un sentido todo parte de una base, de la realidad. Algunos le llamamos Dios, otros condición material, o tal vez se trata de ambas, o quizá es mucho más de lo que esas nociones puedan enmarcar. Porque creo que las palabras significan algo, pero no siempre significan lo mismo en todos y en todo.

El arte sirve para conmover; este tiene la capacidad de conectarnos con lo que somos en lo más profundo, aquello inefable que ha colmado en su intento de expresión toda la historia. A través de este fenómeno se puede hacer catarsis tanto respecto de las luces más fulgurosas, como de las tinieblas más densas de nuestra experiencia.

El arte es el ofrecimiento de una alternativa. Se propone como un lenguaje alterno… el arte tiene esa capacidad de traer al imaginario un elemento extraño y bello, o inquietante y grotesco, tácitamente sugerente; también puede llegar a incendiar la fe, de avivar esperanza y ¿por qué no? Inspirar amor. El arte se niega a ver al mundo “como es”, crea un mundo nuevo; bien puede cambiar vidas, soplar ilusión y proponer una nueva realidad en la que es posible construir lo que debe ser construido, también destruir lo necesario... y procurar el misterioso enigma que a ello conduce.

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